20 discos más para emocionarse:
The Happenings - Psycle (B.T. Puppy Records 1966)
Uno de los grupos vocales que peor suerte tuvieron. La culpa fue de su ímpetu por mezclar senderos un poco antagónicos, como el Doo-Wop, el Surf y el Soul; todo demasiado tarde, por si fuera poco. Pero lograron ensamblar momentos de un lirismo delicado y bellísimo, a pesar de que en vídeos como el expuesto, parecen unos pardillos de cuidado.
En fin, tampoco les vamos a judgar demasiado por sus pintas de chicos universitarios de buena familia, así que quedémonos con sus engranajes pop, tan bonitos como acaramelados. Su primer disco fue el mejor, con diferencia.
The Third Power - Believe (Vanguard 1970)
Las huestes de Detroit caminaban por senderos de cruda realidad; el hippismo no les influyó demasiado, la vida en la ciudad del motor era dura, especialmente para las clases bajas. Violencia, drogas, segregación social y demás angustias para mermar la vitalidad juvenil. Y, claro, allí nacieron Los Stooges de Iggy Pop, Los Amboy Dukes de Ted Nugent, el soul áspero de Mitch Ryder o los combativos MC5. Pero hubo muchos grupos más, como por ejemplo éstos The Third Power, colaboradores de otro personaje del mundo ruidoso de Motor City, Bob Seger. Su único LP es un tratado de rabia y aspectos de psicodelia acelerada y distorsionada, un trallazo sin respiro que ahuyentó mentes sensibles. Como para dulzuras estaban en Detroit!!
Amen Corner – Farewell To The Real Magnificent Seven (Immediate 1969)
Bajo la batuta de Andy Fairweather Low, estos galeses se intrincaron en terrenos de la psicodelia a través del beat británico. Lograron una serie de temas que irrumpieron de inmediato en las listas inglesas y, cuando mejor lo tenían para consagrarse, se separaron. Andy era un músico voraz y deseaba intercalar en su repertorio ambientes del incipiente movimiento progresivo y así nacieron los estupendos Fairweather Low (como su apellido compuesto). En la línea del pop inglés efusivo y brillantemente edulcorado con matices de ensoñación, como hicieran Honeybus y, de alguna forma, los Hollies. Este fue su segundo (y mejor) LP.
Alan Price – Between Today And Yesterday (Warner Brothers 1974)
Aún cuando se es bien sabido que él fue el auténtico artífice de la adaptación del "The House Of The Rising Sun" de los Animals, en general su figura se quedó oscurecida por la de Eric Burdon. Cuando abandonó a los Animals y fundó The Alan Price Set siguió sin encontrar un merecido puesto en el reconocimiento, todo se lo llevaba su amigo Georgie Fame (merecidamente también). Sus siguientes discos fueron un continuo devaneo por el pop ingles con elegancia y personalidad, como si de un Ray Davies se tratase, ya que se parecían exageradamente en la música que hacían a mediados de los 70. Sus LP's reflejan el espíritu del sonido eminentemente británico, con exquisitos aderezos de cuerda y viento, junto al magistral piano que interpretaba. Yo, de todos sus discos tras la disolución de Alan Price Set, me quedo con este y la maravillosa "City Lights". Una orgía de orquestación casi cinematográfica.
Johnny Rivers – Rewind (Imperial 1967)
El inmenso Johnny Rivers tenía una facilidad pasmosa para enganchar al público que acudía asíduamente a sus conciertos, retratos variados del pop soul de la época, con adaptaciones entusiastas y energéticas. Era un gran intérprete, sin duda. Así hizo discos grabados completamente "on stage" en el Whisky A Go-Go de Los Angeles. Pero, a finales de los 60, se sintió atraído por la incipiente psicodelia y cambió sus trabajos hacia algo más elaborado; así surgieron LP's como "Changes", "Realization" y este "Rewind", donde toma prestadas canciones de otros y alguna suya, decorándolas de arreglos orquestales y engalanándolas con su preciosa voz. Las dos que usa de Jimmy Webb no tienen desperdicio.
The Wailers - Outburst! (United Artists 1966)
A pesar de que la fama se les ha otorgado a los Sonics, en el área de Seattle, el llamado Northwest Punk de los 60, el sonido que, de alguna forma, generó el Garage y, consecuentemente años después, el punk, no sólo estaban ellos. Los Wailers eran todavía más energéticos que los Sonics, duraron más tiempo e hicieron álbumes inconmensurables de rock áspero y furibundo como éste, su 5º LP, sin ir más lejos. Comenzaron como un grupo de Surf instrumental aunque bastante más rudos que sis vecinos de abajo, hasta que se transformaron en una banda de química eléctrica agresiva y sin paliativos. Tremendos!!!
The Sunshine Company – Happy Is (Imperial 1968)
Uno de los grupos que mejor representaban el efervescente sonido del Sunshine Pop eran estos cinco jóvenes del sur californiano que embelesaban con sus voces exquisitamente timbradas y sus melodías diáfanas, además de realzar canciones tomadas prestadas de otros, como la extraordinaria revisión del "Rain" beatliano o el "Up Up And Away" de sus colegas de directrices Fifth Dimension.
Su cuarto álbum es el más perfilado, el que recoge canciones menos conocidas, pero el mejor elaborado: de hecho es un trabajo que sirve de espejo al sonido en sí mismo y el paso de los años le ha dotado de una robustez armónica innegable. Un caramelo de belleza supina.
Geno Washington & The Ram Jam Band – Hipsters, Flipsters, Finger-Poppin' Daddies (Piccadilly 1967)
Aún resuenan en los after hours del Reino Unido las estruendosas voces de un público entregado al souman británico más estelar. Geno Washington, nacido realmente en los USA, pero implicado en el fenómeno del Swingin' London inglés, era un músico trepidante que, apoyado por unos paliduchos ennegrecidos de alma y frenéticos en cuanto a ritmo, poblaron los garitos de aquél incomparable estado anímico/musical. Sus conciertos eran casi orgiásticos, con palpitaciones de Soul y con salpicadura selecta de ska; adrenalina pura, vamos. Sus discos celebran el paroxismo de tan alta escuela de sudor con unas canciones febriles y contagiosas, clásicos y propios con la fuerza que le da el personaje en cuestión. Geno, Geno, Geno... como decía en aquella canción/homenaje Kevin Rowland y sus Dexy's Midnight Runners. El hombre negro de los mod ingleses. B.R.U.T.A.L
The Wackers – Shredder (Elektra 1972)
Formados en Montreal, Canada, la tercera banda de Bob Segarini, tras el efímero paso por Roxy, fue un grupo robusto de pop que se anticipó a la generación californiana del Power-Pop. Exactamente igual que Big Star, con quienes muestran una tremenda afinidad, pero sin conocer ningún tipo de reconocimiento ulterior. Sus tres Lp's son dignos de mención en una época poblada por la psicodelia, de la que ellos huían sin pensárselo. Canciones con grandes estribillos y herencia claramente Beatle (era Abbey Road) que decoraban sus composiciones. El sello hippie Elektra se fijó en ellos y no obtuvo beneficio, ya que sus discos se vendieron de forma mediocre; posiblemente porque su música no se correspondía al estado febril que se vivía en aquél momento. Pero recordarlos hoy es un ejercicio placentero que reporta el beneficio de la estimulación y el amor por las buenas canciones.
Chistopher - Christopher (Metromedia 1970)
Desde las catacumbas de Texas, este grupo de psicodelia áspera, rayaba el sonido hard con precisión e intensidad. Auspiciados por las formaciones británicas que deslavazaban el blues en busca de un estímulo más agrio, caso de Cream, Christopher acudían al sonido más poderoso del sur americano. Seguramente, como buenos fans de Roky Erickson y us huestes de 13th Floor Elevators, la búsqueda de un estado climático eléctrico les motivaba lo suficiente como para ensamblar canciones que, pese a no tener una duración excesiva, como en los grupos de esta índole, mostraban un clímax imponente. También reunían influencias del hippismo a la Jefferson. Sólo un disco, pero tremendo, en 1970, encrucijada de décadas.
Paul Revere & The Raiders – Midnight Ride (Columbia 1966)
No por ser los que mayor repercusión alcanzaron en el mundo del garage, eran los menos interesantes. De hecho sus discos son impecables y entusiastas y no son ensombrecidos por los restantes grupos del género que alcanzaron mayor nivel de culto veinte o treinta años después. El grupo liderado por Mark Lindsay (Paul Revere era sólo el teclista, aunque tomaron ese nombre por la coincisdencia con el revolucionario americano que se sublevó contra las tropas inglesas con sus propios "Raiders") creó una buena serie de discos combinado el ritmo garagero con mucho soul y estribillos propulsados por unas buenas dosis de pop. Por si fuera poco, inauguraron los trajes de época en el vestuario del rock, un poco horteras, pero graciosos. El mejor de sus discos es, posiblemente, éste, regado de gemas incandescentes. Geniales!!
Alan Hull – Squire (Warner Bros 1975)
Hull fue el alma mater de una formidable banda de folk psicodelico del norte de Inglaterra, Lindisfarne; con discos supinos y una puesta en escena inimitable y reconocida. Sus dos primeros discos fueron bandera de salida del sello Charisma, junto a los inicios de Genesis o Van Deer Graf Generator. Pero Hull era un personaje inquieto y, además de su pasión por el folk (o, incluso, el country), tenía una rama melódica muy, pero muy Lennoniana. Para demostrarlo hizo dos discos en solitario tan brillantes como desconocidos. Primero fue "Pipedream" en el 73 y luego este lustroso "Squire", un álbum pluscuamperfecto de tintes amargos y emocionantes que lo sitúa en el mismo parangón que el disco blanco de Beatles. No hay fisuras en este LP, porque es un disco redondo, ebrio y de dulzura dramática. Sencillamente embriagador.
Earth Opera – The Great American Eagle Tragedy (Elektra 1969)
Formados en el área de Boston, era un grupo de componentes variados, con Peter Rowan al frente, un músico de afinidades tejanas que acabó haciendo cosas cercanas al Tex-mex. Pero el segundo LP de Earth Opera es un conglomerado de sensaciones abigarradas, largos desarrollos de guitarras y presunciones ácidas en torno a canciones que registran muchos cambios de ritmo. Es un álbum con excesos, pero todos son paladeables, no hay sobras, no hay desmesura, sino pasión y toneladas de creatividad. Con la ayuda de John Cale, que usa su famosa viola, Rowan cuenta con dos imponentes aliados, Paul Dillon y David Grisman, que estaban involucrados en aquella generación del Bostown Sound. Nunca ha sido considerado como uno de los grandes discos de aquél momento, pero sí es cierto que ostenta un nivel que muchos de los LP's emblemáticos ya quisieran para sí. Para mi, un trabajo enorme.
Red Guitars – Slow To Fade (Self Drive Records 1984)
La condena a los grupos de los 80 por exceso en producción, manierismos y posturas ficticias no es justo en muchos casos; porque aquella década también ofreció francotiradores que usaban el sonido con mesura y no provocaban situaciones hilarantes cuando escuchabas su disco. Incluso pasan el tiempo con brío. Eso les ocurrió a los infatigables Red Guitars, cuyos dos LP's son irresistibles, unos tratados de guitarras y pop indeleble que les sitúa en las mejores coordenadas de unos La's o unos Smiths, aunque sin la grandilocuencia de Morrissey, es decir, más de culto independiente. Sus canciones reflectan sentimiento y tensión, con mucho nervio y con momentos realmente febriles, por la rapidez con la que enervaban con sus guitarras (puede que de ahí su nombre). Escucharlos ahora es una lección que nos da el hecho de que no todos los grupos de aquellos años se gastaban toda la energía en la peluquería.
Chuck Jackson – Tribute To Rhythm And Blues (Wand 1966)
Poderoso cantante que combinaba con sabiduría el soul con el R&B y que estuvo en varias compañías discográficas de alcurnia, entre ellas Motown, ABC, Crown o la infravalorada Wand, hogar de Maxine Brown (con quién formó pareja en un disco) o Bobby Hebb. Este tributo al R&B es un disco más bien de soul carnoso y teatral, enfatizado por la pasión que generaba su prodigiosa garganta. Chuck era un tipo con fuerza, que igual capturaba al público blanco en actuaciones plagadas de rock 'n' roll, como cautivaba almas dolidas de corazones adolescentes tiernos y en proceso de sentir emociones. Cuando escuchas las canciones de discos como éste, crees fervientemente en el calor que propicia la música negra.
Kim Fowley – International Heroes (Capitol 1973)
Viendo ahora mismo la fantástica reedición en vinilo que ha sacado el sello Vinilisssimo, aprovecho para rescatar este álbum de Glam del inclasificable y genio mayúsculo Kim Fowley. Impregnado de la esencia que se vivía en Inglaterra, cautivado por Marc Bolan y su disco Electric Warrior, cuando ya había comenzado con el nombre de T. Rex, tras la pausa hippie folk de Tyrannosaurus Rex, sorprendido por Bowie, que acababa de firmar Hunky Dory y mezclándolo todo con su admiración por Bob Dylan, Fowley esgrime un trabajo esbelto y carnoso, con mucha melodía y exento de la rabia que le había caracterizado. El resultado es un LP redondo con muchas canciones excelentes, tanto en argumentos melódicos como en solidez lírica. Del Born Dancer bolaniano al título del disco, muy Bowie o la impecable Something New. Lo memorable alcanza aquí su mayor plenitud.
Brainbox - Brainbox (Imperial 1969)
Cuando centramos la música europea en el Reino Unido nos equivocamos de pleno. Aparte de las cosas que se hacían en éste país, bajo el condicionante de la dictadura, el movimiento músico/lúdico Ye-yé, afincado en Francia y algo en Italia o la generación sesuda del krautrock alemán de los 70, el país con mejor estado anímico era Holanda, posiblemente propiciado por la ciudad más libre del mundo, con más posibilidades de que el arte se disparase; evidentemente estoy pensando en Amsterdam. Allí la cantidad de bandas que hoy en día son descubiertas, treinta años después, nos dejan atónitos; es increíble el número de formaciones vibrantes que se movían bajo los influjos de la psicodelia, el R&B y el Hard rock, realmente era sorprendente. Una de las formaciones seminales de aquella generación eran Brainbox, la primera banda de Jan Akkerman (luego fundador de Focus), que reinventaba el blues ácido con excitantes desarrollos instrumentales, con momentos catárticos. Su primer Lp es una escultura de densidades aprisionantes, en una obra cargada de tensión. Su segundo disco no pudo mantener el nivel y la reunión, años después, fue patética; así que nos quedamos con este pastel de cirugía electrizante.
Tuxedommon - Half-Mute (Ralph records 1980)
He aquí un ejemplo de cómo la música se multiplica en estadios no uniformes y se abre en posibilidades infinitas. Tuxedomoon nacen en la ciudad de San Francisco, una banda que aúna espíritus inquietos que se involucran en terrenos de vanguardia, en todos los aspectos, porque sus montajes audiovisuales, su interacción con grupos de teatro y sus actividades paralelas en cine o distintas performances, hacen palpable un colectivo cambiante de músicos capitameado por Blaine L. Reininger, Peter Principle y Steven Brown. Por ello es imposible calificar dentro de un concepto pre establecido el sonido de Tuxedomoon; quizá la definición de artistas totales describe perfectamente ese cocktail de rock, jazz, experimentos, electrónica y sonidos tradicionales pasados por la turmix del ingenio. Tras fichar por el sello de los Residents (además eso, riesgo en estado puro), debutan con un tratado de alquimia sorpresiva que deslumbra, literalmente.
The Classics IV – Traces (Imperial 1969)
Un curioso caso de banda liderada por el músico menos importante, aunque quizá el más singular. Dennis Yost recaló en Florida, partiendo de su Detroit natal, entusiasmado por los grupos vocales de Doo-Wop y por el falsete de Frankie valli con los Four Seasons. Allí se alió con dos buenos compositores, James Cobb y Buddy Buie, que le entregaron un sinfín de canciones delirantes en formato pop, haciendo carambolas con los coros y ciertos tintes pre-psicodelicos; pero todo era muy naif y el resultado quedaba totalmente sunshine. Cuando llamaron a la banda Classics IV, basándose en el artilugio que llevaba Yost en la batería, todo se propulsó. Dennis pasó a ser cantante y dominó el combo. Primero un fulminante LP "Spooky", antesala del preciosista "Traces", dominado por sus propias composiciones. Lirismo y melodías cristalinas a borbotones.
Jules And The Polar Bears – Phonetics (Columbia 1979)
Un soplo de pop al mejor estilo nuevaolero desde el norte de los USA. Jules Shear había militado en una banda llamada Funky Kings, grupo de horroroso nombre pero de ímpetu impecable, con un LP en la misma onda que Badfinger de los mejores tiempos. Pero luego descubrió lo que se fraguaba en el Reino Unido, se enamoró de Costello, Garham Parker y Nick Lowe y decidió montar su propia versión de la New Wave. No es que durara mucho, el calificativo "power-pop" que era el equivalente, más o menos, a la New Wave británica, fue un estrepitoso fracaso en los USA, a pesar de que estaba repleto de grupos colosales. El segundo disco de los Polar Bears era irresistible, aún teniendo presente las pintas tan horteras que lucían en la portada. Disco para iluminar tardes en las que la luminosidad se echa en falta.